
El Barcelona de Hansi Flick dio un repaso memorable al Real Madrid de Ancelotti para levantar la Supercopa. Y eso que los blancos se adelantaron con un golazo de Mbappé, pero el vendaval azulgrana trituró el inexplicable planteamiento de Carletto que otra vez alineó al cuestionado Lucas Vásquez de lateral y a Aurélien Tchouaméni de central, ambos retratados en los goles.
Marcaron Raphinha, dos veces, Lamine Yamal, Balde y Lewandowski y sólo la expulsión de Szczesny, con media hora de Clásico por delante, evitó que la goleada fuera histórica. El Madrid no tuvo ni fútbol ni carácter ni alma ni entrenador para intentar maquillar siquiera goleada del Barça.
Carletto y Flick iban con todo. Aunque la Supercopa sea un título con menos valor que el doctorado de Pedro Sánchez, un Clásico siempre es un Clásico. Puerta grande o enfermería. Estatua ecuestre o fin de ciclo. No hay medias tintas. El que gana nada en la marmita de la euforia y el que pierde paga. Bien lo sabe Ancelotti, que perdió 0-4 en el Bernabéu en el primer Clásico de la temporada. Por eso los entrenadores del Real Madrid y del Barcelona repitieron los onces que les habían traído hasta la final de esta Supercopa de España en Arabia.